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Lo mismo podemos decir de la filosofía que ya hemos adelantado anteriormente. En
este sentido hoy es fundamental una filosofía que nos ayude a desarrollar la capacidad
reflexiva que cuestione el orden político, social y económico existente. Aún más, es una
exigencia desde una filosofía realizada desde Latinoamérica que lucha por ser una filosofía
descolonizadora en su teoría, y liberadora en su praxis. La filosofía que procure darle
herramientas al teólogo o teóloga actual, debe concientizar que sí, se podrán seguir
utilizando ciertas categorías o conceptos filosóficos de la tradición, pero que nos exige una
concreta aplicación de esas ideas a la realidad, si es que queremos actualizar el lenguaje
teológico para que pueda iluminar la vida cristiana. Con ello, una teología cristiana que
sigue siendo fabricada a partir de la filosofía helenística y medieval, debe ser superada. Y
digo superada, no rechazada. Superada en colocar al hombre y la mujer en el mismo puesto
ante el cosmos y recuperar el pensamiento femenino que ha sido históricamente
descartado por una filosofía machista y patriarcal. La filosofía que colabore con la teología
debería tener más rostro y voz de la mujer, de los negros, de los pueblos originarios, y de
todos aquellos que han sufrido el silenciamiento de su voz a lo largo de la historia.
También es necesario un estudio detenido de la ciencia donde no podemos dejar de
lado el gran aporte que ha realizado a los largo de los siglos y donde sigue cuestionado el
lugar del ser humano en el conjunto de la creación. Por un lado debemos revalorizar los
avances de las últimas épocas, sobre todo en la búsqueda de la vacuna contra el Covid-19,
pero también en el campo de la Genética y la Inteligencia Artificial. De todos modos, desde el
ejercicio del pensamiento crítico, no podemos dejar de marcar las limitaciones y los efectos
negativos que carga la ciencia - al menos potencialmente - cuando es impulsada por intereses
egoístas para favorecer a unos pocos a cuestas del sufrimiento de millones. Así como el
feminismo es un reclamo de la creación y que bajo argumentaciones científicas, demuestra
que la mujer fue sometida al hombre, de la misma manera hoy el planeta está en peligro por
el sometimiento ejercido sobre la Tierra. Pero en esto insistimos que los males aparejados
por la ciencia son consecuencia de una ignorancia planificada, que impide brindar los
elementos suficientes de discernimiento. Junto a ello, la falta de empatía en la mente de los que
dominan el mundo, no buscan favorecer a la humanidad. Otro tema es la situación de los
científicos esclavizados a trabajar para servir a empresas capitalistas y no en favor de la ciencia.
Por eso también es muy necesaria una formación ética para que los teólogos y
teólogas asuman un compromiso moral con la humanidad. Quien sea llamado a servir
desde la teología está invitado a ser un “despertador de conciencias” para lo cual su vida
debe ser coherente con la fe profesada y con los pensamientos elaborados. El teólogo está
llamado a una continua purificación de aquellas inclinaciones egocentristas que se le
adhieren del mundo, para prestar un servicio donde sea capaz de hacer escuchar la voz de
Dios que se revela en su interior y que ha resonado en la comunidad eclesial, en comunión
con el contexto cultural. Visto así, pareciera una tarea titánica, pero no podría ser de otro
modo. Un ejemplo es el tema de la identidad de género, que sigue siendo polémica y que
sigue causando división a la interna de la iglesia. Hay tantas voces disímiles que muchos
cristianos que no saben bien qué pensar. Partir de la realidad, tomar los aportes de la
ciencia, exige una madurez ética en pos de cuidar a la humanidad, sobre todo cuando
venimos de un cristianismo que ha moralizado la vida cristiana, convirtiéndola en una
exigencia de comportamiento. Con ello se ha demonizado las relaciones sexuales, cuando
sabemos que es una de las expresiones más hermosas del amor que, como parte del
crecimiento humano, tiene su aciertos y errores, pero que siempre nos van llevando hacia
Dios. Históricamente el cristianismo ha sido más la religión del “no” que del sí: sí a la vida,
sí al amor, sí a arriesgarse a vivir, sí a buscar juntos un camino. En fin: sí a un Dios-amor
que nos acompaña en todo pues conoció las dificultades de la vida.
RÍOS, Diego Pereira
Lo (no) dicho y (sí) pensado: respecto a la enseñanza de la teología desde la perspectiva del laico
Revista Teopráxis,
Passo Fundo, v.39, n.132, p.22-34, Jan./Jun./2022. ISSN On-line: 2763-5201.